¿Qué pasó con esta ordenanza
una vez cumplido el sacrificio de Jesús como Korbán Pésaj y llegado el momento de su nueva celebración en la
Iglesia? Necesariamente hay que dar una mirada al Nuevo Testamento y a los
escritos que nos han llegado de la iglesia en el primer y segundo siglo,
cualquier otro análisis “lógico” quebranta las leyes más elementales de la
exégesis. La mayoría de los autores que estudian este tema se remiten
únicamente al texto de 1 Corintios 11:17-34, algunos lo presentan como Pésaj y otros como la cena semanal de comunión ¿Cuál de los dos está en lo correcto? Por otra parte, éste es un texto muy importante pero se debe entender
que no es el único que hace referencia a algún tipo de cena en la Iglesia.
La exégesis o
interpretación de cualquier texto plantea la necesidad de comenzar por
comprender la mente del autor y el contexto en que se escribió. Cualquiera que
viole este principio está quebrantando la más elemental de las reglas
exegéticas. Así que allí será este inicio, en lo que tenemos del pensamiento de
Pablo al respecto:
1.
Al escribir Gálatas 5:8-10, dice:
“Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?
Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda
toda la masa. Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis
de otro modo; más el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea.”
Pablo ve la falsa
doctrina y quien la promulga como representante del Jametz dentro de la
iglesia, por tanto el mismo trato que se tenía con el Jametz en cuanto a su prohibición en la cena, debía tenerse con
estos falsos creyentes.
2. En otro contexto, el de 1 Corintios 5, el apóstol comienza describiendo una
falta grave dentro de la Iglesia y acusa a la congregación de ser envanecida
por no tomar una decisión clara para con este hecho:
“De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual
ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su
padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado,
para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?” (Vv. 1-2).
Entre los versos 3 y 5 se describe, explícitamente, lo que ya ha hecho él con esta situación y lo que debe hacer la
iglesia:
“Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como
presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor
Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin
de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.”
Sería bueno preguntarnos, si esta actitud
asumida por Pablo es espiritual o simplemente cultural. Pues si es en el
Espíritu, debe ser reproducida por la Iglesia donde quiera que se encuentre.
Ahora, en los versos 7 al 8 argumenta teológicamente su actitud, pues lo
espiritual debe estar acotejado a lo espiritual, y usa como referencia el Jametz. Él dice que la fiesta debe
celebrarse “no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y
de maldad (Jametz), sino con panes
sin levadura (Matzá), de sinceridad y de verdad”. Él como rabino del judaísmo quizás tenía en su mente
textos del Antiguo Testamento como Sofonías 1:12: “Acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré a Jerusalén
con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el vino
asentado, los cuales dicen en su corazón: Jehová ni hará bien ni hará mal”, donde Dios sentenciaba a
la gente creyente que veía la Pascua como algo trivial, algo sin importancia o
sin repercusiones espirituales.
Entre los versos 9 y 13 Pablo dice:
“Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no
absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los
ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del
mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose
hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho,
o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para
juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?
Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de
entre vosotros.”
Pablo amplía y detalla el espectro de las
faltas, por las cuales ante Dios no es correcto, ni siquiera, el juntarse con
quienes practican tales faltas para tener una comunión tan específica y
especial como la Cena de Señor. Entonces este aplicación paulina de la Ley
tiene su referencia en el Bedikat Jametz o búsqueda de lo fermentado.
3. En el mismo libro, Pablo retoma el simbolismo
de la comunión en la cena y explica por qué no deben juntarse a tomarla con
quien practica el pecado. En el capítulo 10, a partir del v. 15, comienza
diciendo: “evalúen lo que les digo”, haciendo una alusión
directa a la Cena. En el v. 17 dice: “Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues
todos participamos de aquel mismo pan”, esto nos presenta a toda la Iglesia como el gran Matzá y en el v. 20 nos dice que al comer la cena con el pecador dentro se
transforma toda la congregación en Jametz… “Antes digo que lo que los
gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero
que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.” El v. 21 nos da la
sugerencia final de tal asunto en el Seder del nuevo Pésaj, “No podéis beber la copa del Señor, y la copa
de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de
los demonios”. Pablo continúa
diciendo que tal falta traerá juicio de Dios sobre la congregación pues todos
son ahora Jametz: “... ¿O provocaremos a celos al
Señor? ¿Somos más fuertes que él?”
Pablo deja ver que él para nada toma el asunto a la ligera. Que no
podemos tomar decisiones sólo por conveniencias sociales o por compaginar con
el resto del credo religioso de otras congregaciones, sino que debemos actuar
de acuerdo con las exigencias del Señor y renovarnos en este sentido. Cualquier
problema con los seres humanos que piensen diferente será pequeño en
comparación con el problema que se tendría con Dios. Esta afirmación no tiene
una raíz legalista en ningún momento, como algunos quisieran verlo para así
desvalorizar este estudio, sino que es el temor ante la responsabilidad de
cuidar el cuerpo de Cristo, al igual que Pablo al ser movido a escribir del
tema con la seriedad y la firmeza con que lo hizo, más que cualquier temor
supersticioso o legalista que pudiera tener. El Señor nos llama a mirar “cómo sobre edificamos”. Pablo nos muestra la
importancia de cuidar al cuerpo de Cristo, su Iglesia, de no contaminarla
espiritualmente con Jametz, o sea personas que practican el pecado, pues esto puede traer
situaciones irreparables para la propia Iglesia.
Por otra parte,
el contexto de la Iglesia a la que Pablo enseña directamente sobre la cena en 1
Corintios 11:17-34 es interesante. Esta congregación enfrenta asuntos
pecaminosos y desvíos doctrinales entre sus miembros, provocando la división de
la misma en varios grupos pandilleriles, este como dijimos anteriormente es el
contexto de la carta.
Entonces, ¿quiénes participaban en la Pascua?
Entonces, ¿quiénes participaban en la Pascua?
Muchos hoy en día hacen la
pregunta y la afirmación siguiente: “¿No hay que ser
bautizados en agua para tomar la cena?, pues el texto no lo dice”. Claro
que el texto, en su límite citado anteriormente, no tiene que decir lo que es
más que claro en el resto de la carta de forma explícita y en el contexto
histórico de la Iglesia en aquel tiempo. A esto se le llama “Axioma Lógico”. El
problema interpretativo en este punto no sería demostrar si ya eran bautizados
a los que Pablo se refiere, sino sería demostrar si ellos “no” eran bautizados.
El texto no tiene que decir si ellos ya eran bautizados pues los axiomas
apoyarían esto, en todo caso el texto tendría que citar de forma explícita que
él se refiere también a los no bautizados de aquella reunión. A continuación
veremos estos axiomas que forman parte del contexto de la carta: Uno es el
contexto Histórico y otro es el contexto gramatical.
En primer lugar existe un
contexto histórico del cristianismo en el primer siglo donde el evangelismo era
ejecutado como un paquete y el bautismo y discipulado iban juntos “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19); su texto paralelo Marcos
16:16 (aunque sabemos que tiene dificultades con la crítica textual, no deja
por su antigüedad relativa al siglo II de ser parte de la realidad histórica de
aquel entonces) “El que creyere y fuere bautizado, será salvo”; encontramos también “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo... Así que, los que recibieron su palabra fueron
bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.” (Hechos 2:38-41); En el mismo libro vemos: “Y él, tomándolos en aquella misma hora de la
noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y
se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.” (16:33-34), en este último nótese que en la
primer parte dice que se “bautizaron” y en la
segunda dice que “creyeron” viéndose
claramente el paralelismo de los dos conceptos en este primer siglo.
La Epístola de Bernabé, un
texto no canónico pero de un valor extraordinario para entender la vida de la
iglesia en sus inicios, dice:
“Percibís cómo señala el agua y la cruz al mismo tiempo.
Porque este es el significado: Bienaventurados son los que ponen su esperanza
en la cruz, y descienden al agua; porque Él habla de la recompensa de su sazón
debida; entonces, dice, yo pagaré” (Lo mejor de los padres
apostólicos, Alfonso Ropero, pág. 269, CLIE).
En la Carta de Pablo a los romanos podemos
hallar el concepto teológico de dicho paquete:
“¿O no sabéis que todos los
que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos
sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva.” (6:3-4).
Alguien pudiera pensar que
esta práctica se limita a una metodología hacia los judíos y no a los gentiles,
pero las fuentes no bíblicas que presentamos a continuación tienen una autoría
completamente gentil:
Justino Mártir (100-164
d.C.) en su Apología Primera, dice:
“Pero nosotros, después de haber bautizado al que confesó
su fe y aceptó nuestra doctrina, lo llevamos donde están reunidos los que se
llaman hermanos, con el fin de hace oraciones comunes por nosotros mismos.” (Lo mejor de Justino Mártir, Alfonso Ropero, pág. 145, Vr. 64, CLIE)
Ireneo de Lyon (130-202
d.C.) discípulo de Policarpo quien fuera a su vez de Juan el apóstol dice:
“… los apóstoles, con el poder del Espíritu Santo, enviados
por Él por toda la tierra, convocaron a los gentiles, enseñando a los
hombres el camino de la vida para apartarlos de los ídolos, de la fornicación y
la avaricia, purificando sus almas y sus cuerpos con el bautizo en agua y de
Espíritu Santo, distribuyendo y suministrando a los creyentes este Espíritu
Santo que habían recibido del Señor. Así instituyeron y fundaron esta iglesia (Esmirna)” (Lo mejor de Ireneo de Lyon pág. 683,
Vr. 33-35).
Clemente de Alejandría (150-217 a.C.) dice:
“nuestra conducta no es la misma después de nuestro baño
bautismal… la fe es ilustrada por el Espíritu Santo en el momento de este santo
bautismo” (Lo mejor de Clemente de Alejandría pág. 67.
Vr 30.1-2).
En aquel tiempo no se
realizaban servicios abiertos como los nuestros hoy día sino que se reunían en
casas producto de la persecución de entonces. Los reportes históricos que
tenemos de aquel tiempo nos indican que cuando una persona asistía a una
reunión ya había sido bautizada en agua con anterioridad precisamente para
preservar la integridad del grupo local. Nunca serían llamados miembros de la
Iglesia si no hubieran sido bautizados. Tan importante era el bautizo para esta
primera iglesia que el “Didaché” o “Enseñanza de los apóstoles” (uno de los
primeros documentos cristianos y de presumible autoría apostólica) busca
distintas soluciones para eliminar cualquier obstáculo a esta ordenanza y
plantea el bautizo por aspersión para evadir cualquier limitante por más
extrema que fuera (de esta alternativa vino la modificación católica de este
sacramento):
“Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua
sobre su cabeza tres veces en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo.” (Lo mejor de los padres apostólicos, Alfonso
Ropero, pág. 101, CLIE). Esta fue la respuesta para aquellos que alegaban una
preocupación con quienes no puedan ir al agua bautismal.
Como puntos finales acerca
de este contexto de la iglesia primitiva el Didaché, hablando del bautismo en
agua y de la Cena, dice de forma categórica:
“Pero que ninguno coma o beba de esta acción de gracia, a
menos que haya sido bautizado en el nombre del Señor, porque respecto a esto
también ha dicho el Señor: No deis lo santo a los perros” (Lo mejor de los padres apostólicos, Alfonso Ropero, pág. 103, CLIE).
Justino mártir en su
apología también dice al respecto:
“Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía,
de la que a nadie le es lícito participar, sino al que cree ser verdad las
cosas por nosotros enseñadas y se haya lavado con el lavatorio para perdón de
pecados y la regeneración y viva del modo que Cristo nos enseña. Pues no
tomamos estas cosas como un pan ordinario o una bebida ordinaria…”. (Lo mejor de Justino Mártir, Alfonso Ropero, pág. 146, Vr.66, CLIE)
Es bueno puntualizar, que
cualquier análisis histórico desde hoy sobre aquel tiempo y la práctica que
tenía la iglesia, no puede fundamentarse en especulaciones deductivas, sino en
hechos concretos que evidencien lo señalado en este último párrafo.
En segundo lugar tenemos
al otro axioma implicando que la conclusión hecha por algunos sobre el no
planteamiento del texto sobre el bautizo, denota las consecuencias de sacar un
texto de su contexto gramatical, pues Pablo en el verso dos comienza la carta
diciendo que la envía a la “Iglesia”, debemos entender el
concepto iglesia para ellos como aquellos que habían creído a través del
bautismo en agua y del Espíritu como vimos en los párrafos anteriores. Pero a
los que tuvieran alguna duda al respecto, en el contexto gramatical, Pablo
habla sobre el bautismo en agua de esta Iglesia en una ocasión explícitamente
en su carta:
“¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado
Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados (en agua) en el nombre de Pablo?” (1 Corintios 1:13).
“ἐβαπτίσθητε” este verbo para “bautizados” es un aoristo que denota una acción puntual, o sea que a los que él le
escribe entran en este concepto de ya bautizados; seguido encontramos:
“Doy gracias a Dios de que a ninguno de
vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que
fuisteis bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas; de
los demás, no sé si he bautizado a algún otro” (1 Corintios 1:14-16).
La palabra “ninguno” indica que en la acción llevada a cabo por ellos que fue “ἐβαπτίσθητε, Gr: bautizo” Pablo no tuvo que ver aunque fueron bautizados por otros misioneros. Más adelante, y teniendo los corintios esta idea del tema que Pablo ha tratado sobre el bautizo en la introducción de su carta, él habla sobre la acción del Espíritu Santo y usa como referencia la experiencia que ellos ya han tenido del bautizo en agua:
La palabra “ninguno” indica que en la acción llevada a cabo por ellos que fue “ἐβαπτίσθητε, Gr: bautizo” Pablo no tuvo que ver aunque fueron bautizados por otros misioneros. Más adelante, y teniendo los corintios esta idea del tema que Pablo ha tratado sobre el bautizo en la introducción de su carta, él habla sobre la acción del Espíritu Santo y usa como referencia la experiencia que ellos ya han tenido del bautizo en agua:
“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, (en una misma sustancia también todos fuimos bautizados, el agua) sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.” (12:13).
Por otra parte, en un contexto inicial en Hechos 18:8 también nos da la
reseña de la forma bautismal en que ellos comenzaron su fe: “y
muchos de los corintios (no
iglesia, sino pueblo), oyendo, creían y eran bautizados (en agua)”, formando parte ahora este nuevo grupo de la iglesia. Por
otra parte, en el mismo capítulo 11 de Corintios, verso 18, dice: “cuando os
reunís como iglesia”, este en forma de
“Clausula Dependiente de Infinitivo Sustantivado” señala el tipo de reunión
íntima de la Iglesia local, no una reunión a puertas abiertas; pues “sunerco me,nwn u`mw/n” en
genitivo absoluto y “evn evkklhsi,a” en su
forma literal tendrían que ser forzados en su sentido para lograr una
traducción que facilite pensar en una reunión al estilo moderno de servicio
dominical donde se pueden encontrar cristianos bautizados y no bautizados (se
le sugiere leer: Al texto griego del Nuevo Testamento, A.T. Robertson, pág.
447, Editorial CLIE; y Gramática Griega, Sintaxis del Nuevo Testamento, Daniel
Wallace, pág. 521, Editorial Vida).
Cuando entendemos esto, la
pregunta del verso 22: “¿O menospreciáis la iglesia de Dios…?” adquiere más sentido porque la ofensa no es contra una multitud reunida
sino contra el cuerpo específico de Cristo, la iglesia.
Ninguna exégesis sensata
tiene que demostrar más allá de lo antes señalado si realmente eran bautizados
en agua o no a quienes Pablo se dirige en esta
carta, sólo aquellos que consideren lo contrario son los que deben hacer una
defensa exegética del tema demostrándolo con texto e historia.
Después de ver la mente
del autor y algo del contexto gramatical de la carta, se puede comenzar con una
revisión exegética de la misma:
1 Corintios 11:17-22.
Pablo muestra de forma clara
su preocupación: Que esta iglesia esté practicando algo que en realidad, lejos
de traer bendición, traiga juicio de Dios sobre ella. Él dice:
“porque no os congregáis para lo mejor, sino
para lo peor… Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor”.
Ellos en realidad tenían
un simulacro de la cena, tal vez un buen Seder
o programa, pero no la cena donde Dios derramaba bendición. Tampoco Pablo
desaprueba en ningún modo que haya alguien que se ponga bravo con la correcta
manera de celebrar la cena, por haber sido excluido de ella, él dice:
“Porque es preciso que entre vosotros haya
disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados”.
Con la palabra “preciso”, deja claro
que la iglesia debe amar momentos como estos, en que el trigo y la cizaña se
hagan manifiestos. Sabemos que esta es la causa principal de tanta apostasía en
la historia de la Iglesia, cuando muchos andando encubiertos y viviendo una
vida muy similar a la cristiana no llegan a alcanzar los valores de santidad a
los que Dios llama a Su Iglesia. El fruto de sus vidas es como el ajenjo o la
hiel, para el resto de la humanidad. La historia del cristianismo ha demostrado
que cuando esta cizaña queda al descubierto los pasos de la Iglesia son mucho
más efectivos.
Este texto también ayuda
en el correcto Seder u orden que la
Iglesia debe seguir, arrojando luz sobre el tema del vino. Ha surgido una
tendencia muy popular en la actualidad proveniente de la doctrina
pro-abstinencia de los siglos XIX y XX en los E.U.A., donde se defiende la idea
que al hablar de vino se hace referencia al jugo de uva. Esta antigua
conclusión halla hoy más seguidores entre aquellos que haciendo un uso de 1
Corintios 8 pretenden defender o ayudar al hermano que es débil por un
historial de alcoholismo. Es bueno entender, que este pasaje de Corintios está
hablando de un asunto de conflicto espiritual donde hay comida sacrificada a
ídolos que pudiera afectar la actitud al débil de conciencia. Esto para nada es
lo mismo que para una persona que ha tenido problemas de alcoholismo donde su
principal pecado no es el vino en si sino un asunto de dominio propio. Si el
Espíritu Santo está en una persona, y este ha aprendido el dominio propio, pues
el fruto del Espíritu está en él, de seguro el alcohol de la cena no le
perjudicará (yo Liber Aguiar tengo una úlcera en el duodeno por el alcohol que
hasta hoy día me retuerce y sé de lo que estoy hablando, la obra de Dios en mí
me ha dado la victoria sobre el alcohol, no porque lo evito sino porque no me
domina, el Espíritu ha triunfado sobre la carne, muchos cristianos entre el
siglo I al XIX, en que no había tal debate, pienso que dirían lo mismo).
Como es sabido que muchos pudieran “tomar el
rábano por las hojas” para rechazar este estudio y no argumentos exegéticos e históricos,
una vez más se deja claro que no se está diciendo que tomar jugo es pecado, las
palabras de Pablo son bien claras para nosotros: “Yo sé, y
confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; más para el que
piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano
es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya
se pierda aquel por quien Cristo murió.” (Romanos 14:14-15). Pero
que creamos que hay libertad para abstenerse de lo que un hermano crea que debe
abstenerse, no nos da la libertad de mal interpretar la historia o la Biblia. Si
se toma jugo de uva por ser débil todavía en el espíritu o en el dominio propio
para con el alcohol, eso no debe humillar a nadie porque el Dios que lo salvo
se lo permite. Pero, si para justificar nuestra debilidad tergiversamos la Biblia
o la historia, eso si pudiera hablar de nuestra falta de amor al autor de la Biblia
y los hermanos que han hecho historia.
En el verso 21 Pablo dice:
“Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar
su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga”, deja claro que algunos se estaban
embriagando con este vino. Pablo hace un llamado al control, pues este es un
fruto del espíritu (Dominio Propio). Creo que sería muy difícil convencer a un
judío que su vino de Pésaj, el Iain Kasher, ha de ser sólo jugo de
uva.
Pensando en el debate del vino como un simple jugo o un jugo de uvas fermentado con un desencadenamiento de alcohol, alguien me comentó que para un judío esto no es necesario con que sea rojo basta. No sé en que tipo de judaísmo aprendió, pero si lee la Gemará (0-200 d.C.) esta refiere que no se debe tomar junto a un gentil porque el vino "alegra y acerca los corazones" y se corre el riesgo que la persona vaya a contraer matrimonio o a tener relaciones sexuales con el o la gentil (Abodá Zará 36b; ver Shaj, simán 123, saif katán 1). Nótese que dice: "alegra y acerca", refiriéndose al peligro de la disolución de la mente por el alcohol en el vino.
Clemente de Alejandría
(finales del siglo II) en su libro “La conducta del seguidor de Cristo” escribió del “uso moderado” del vino en cualquier cena de la iglesia, lo
siguiente:
“El vino tomado sin medida, hace que la lengua se
trabe, que se entorpezcan los labios y que los ojos se alteren, como si la
vista por el exceso de humedad se bañase en una superficie líquida, y
forzándoles a mentir creen que todo gira en torno a ellos, y son incapaces de
enumerar uno por uno los objetos que tienen delante…”
Algunos alegan que no
podía tener alcohol porque sería “jugo fermentado”, pero estas personas no han
entendido que la prohibición en la fiesta no es sobre todo tipo de
fermentación, sino sólo sobre el Jametz de los cinco granos
anteriormente señalados (trigo, cebada, centeno, avena y espelta).
V.23.
Pablo deja bien claro que
él recibió directamente de Jesús esta enseñanza, cualquier aporte o sustitución
en la ordenanza debe tener el mismo origen.
VV.23-25.
La enseñanza de Pablo se
remite directamente al Afikomen y al Barej, aunque el verso 21
nos muestra que el contexto es una celebración más amplia (Pésaj o Ágape),
pues ¿cómo puede haber glotonería y borrachera si sólo fuera un simple Afikomen y Barej? Es bueno puntualizar nuevamente que la llamada Cena del Señor hoy, no es
el Afikomen y el Barej sino que tiene su referencia y
origen en este punto. Lo que conocemos hoy como “La Cena del Señor” o "Santa Cena" y que se
pratica tradicionalmente en las mayorías de las iglesia es una fusión a través
de la propagación del evangelio en el primer siglo entre el Afikomen-Barej
y la primera comida del Sabbat (Kidush-Hamotzi). Más
adelante se tocará este tema con más elementos.
V.26.
“Todas las veces”, no se refiere a una libertad en cuanto a la frecuencia de la celebración,
sino a la aptitud del participante (sin pecado o Jametz) ante el Seder.
Sería bueno tener en cuenta como parte del contexto que Pésaj, en la Ley dada por Dios a Moisés, es una celebración
anual.
Si mi hijo
cumple año en una fecha específica del año, y yo le escribo diciendo: “todas
las veces que celebres tu cumpleaños”. De seguro nadie pensaría que me refiero
a una fiesta que él celebra todas las semanas o meses. Lo que venimos diciendo
hasta ahora, es que el texto señala que todas las veces que se coma el ázimo y
el vino desde el momento que conocieron a Cristo hasta que el venga, una vez al
año, la muerte de Cristo se anuncia.
En el siglo II apareció la
primera controversia sobre la cena, cuando las Iglesias del Asia Menor y el
resto del mundo discutieron si debían celebrar la Santa Cena en la Pascua el 14
de Nisán (según el calendario judío) sin importar el día de la semana en que
cayera dentro del calendario romano, o determinar un nuevo día específico
(último domingo de Pascua según el calendario romano) sin tener en cuenta la
fecha descrita en el Pentateuco cuando dice:
“Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo
inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.” (Éxodo 12:6).
En el siglo IV
esta controversia (conocida como Controversia Cuartodecimana) tuvo su primera
definición cuando en el Concilio de Nicea (dirigido por la Iglesia Católica de
Roma y el Emperador romano Constantino en 325 d.C.) “sorpresivamente” votó
para que se hiciera como se había hecho supuestamente hasta ese entonces en
Roma, señalando claramente en sus acuerdos conciliares que se debía “evitar”
toda semejanza con el Pésaj Judío. Cuando digo supuestamente lo hago
pensando en el hecho que nunca se presentaron evidencias escriturales de esto, sólo la evidencia de la práctica que se realizaba entonces. Sin entrar en un
debate sobre este hecho y la manipulación clara del poder imperial y la iglesia
local, lo que nos atrae es que la Iglesia lo hacía hasta ese entonces una vez
al año, pues el debate era alrededor de ese día específico en los calendarios:
romano o hebreo. Entonces no se puede decir que Pablo da libertad de celebrar
la Pascua todas las veces que se quiera si por lo menos hasta el siglo IV la
iglesia nunca lo hizo así.
Para entender
mejor lo que estuvo sucediendo antes de este concilio debemos mirar desde
afuera el marco histórico e ir a los inicios. Veremos entonces como hubo una
traspolación del significado del ázimo y el vino que Jesús enseñó en Pésaj
y que la iglesia celebró en los primeros siglos del cristianismo, hacia la
comida del Sabbat, llamada a finales del siglo II y principios del III por los cristianos en idioma griego
Ágape.
Esta transpolación es citada por Calvino en su Institución de la Religión Cristiana: "Según lo que nos enseña la historia, parece que antes de los tiempos de Alejandro, obispo de Roma (107-116 d.C.), se utilizaba para la cena pan leudado (Jalá), parecido al que comemos normalmente. Este Alejandro estaba muy orgulloso de ser el primero en usar pan sin levadura (Matzá)... Se dice de Ceferino, obispo de Roma (199-217 d.C.), fue el autor de esta practica (el Ágape trasladado a Pascua como día de comunión) que, según me parece, en su tiempo era diferente de como es hoy (debido a la persecución)... La institución de Ceferino, que era buena, la estropearon sus sucesores cuando se adoptó una ley que preveía una comunión al año... ". (Institución de la Religión Cristiana, Juan Calvino, editorial Libros Desafíos, pág. 1221-1225).
También el historiador moderno Bernard Coster dice refiriéndose a los cambios en el primer siglo: "La Santa Cena se covirtió en Eucaristía, porque el significado simbólico de la Santa Cena y la celebración de la comunión por medio de ella-con Cristo y con los hermanos- fueron sustituidos progresivamente por una comprensión nueva. Ya no era figura y sello de la salación por la muerte de Cristo, sino una celebración salvífica. A la vez, la iglesia adoptó la costumbre de dar a las personas que administraban el sacramento-los clerigos- una honra y distinción especial. Había nacido el clero sacramentalista.". (Unidad y diversidad en la historia de la iglesia, Bernard Coster, Editorial Andamio, pág. 27).
Catacumbas de santos Marcelino y Pedro Siglo III. En su esquina izquierda aparece la palabra Ágape como nombre de lo que estaban practicando. |
Esta transpolación es citada por Calvino en su Institución de la Religión Cristiana: "Según lo que nos enseña la historia, parece que antes de los tiempos de Alejandro, obispo de Roma (107-116 d.C.), se utilizaba para la cena pan leudado (Jalá), parecido al que comemos normalmente. Este Alejandro estaba muy orgulloso de ser el primero en usar pan sin levadura (Matzá)... Se dice de Ceferino, obispo de Roma (199-217 d.C.), fue el autor de esta practica (el Ágape trasladado a Pascua como día de comunión) que, según me parece, en su tiempo era diferente de como es hoy (debido a la persecución)... La institución de Ceferino, que era buena, la estropearon sus sucesores cuando se adoptó una ley que preveía una comunión al año... ". (Institución de la Religión Cristiana, Juan Calvino, editorial Libros Desafíos, pág. 1221-1225).
También el historiador moderno Bernard Coster dice refiriéndose a los cambios en el primer siglo: "La Santa Cena se covirtió en Eucaristía, porque el significado simbólico de la Santa Cena y la celebración de la comunión por medio de ella-con Cristo y con los hermanos- fueron sustituidos progresivamente por una comprensión nueva. Ya no era figura y sello de la salación por la muerte de Cristo, sino una celebración salvífica. A la vez, la iglesia adoptó la costumbre de dar a las personas que administraban el sacramento-los clerigos- una honra y distinción especial. Había nacido el clero sacramentalista.". (Unidad y diversidad en la historia de la iglesia, Bernard Coster, Editorial Andamio, pág. 27).
Lo que los padres de la iglesia, los reformadores y Calvino no tuvieron en cuenta en sus argumentaciones, es que si la iglesia nació en el ceno de la nación de Israel, debemos comenzar por entender cómo hacían ellos su comunión. Para entonces, no tan solo, entender los cambios ocurridos, sino también descubrir cual abría sido la práctica de la primera iglesia.
El Sabbat era el día regular de adoración para Israel, y este contaba de dos partes. Una en la noche del viernes con la cena familiar y otra al siguiente día con oraciones, lecturas, compartir del vino y el pan (Kidush-Hamotzi), y concluye con una cena comunitaria. Este partimiento del vino y pan del Sabbat es lo que hizo que se pareciera tanto al vino y pan de Pésaj. Tal fusión, descrita por calvino, llegó a nuestros días de la siguiente manera: el vino fue el mismo, el pan de Sabbat (Jalá) se sustituyó por la Matzá y la regularidad fue la del Sabbat y no la de Pésaj.
El Sabbat era el día regular de adoración para Israel, y este contaba de dos partes. Una en la noche del viernes con la cena familiar y otra al siguiente día con oraciones, lecturas, compartir del vino y el pan (Kidush-Hamotzi), y concluye con una cena comunitaria. Este partimiento del vino y pan del Sabbat es lo que hizo que se pareciera tanto al vino y pan de Pésaj. Tal fusión, descrita por calvino, llegó a nuestros días de la siguiente manera: el vino fue el mismo, el pan de Sabbat (Jalá) se sustituyó por la Matzá y la regularidad fue la del Sabbat y no la de Pésaj.
Como el día de
reunión regular de la iglesia en sus inicios era Sabbat, no solo se
adoraba a Dios, sino también se tenían alimentos de comunión al que se le llamó
Ágape (cena del amor a pesar de lo que somos o hacemos), porque no era
para familias individuales sino que se extendía a otros adoradores de Jesús. Es bueno señalar, que en el Talmud se señala la variación arbitraria de algunos preceptos rabínicos que no violaran la ley para precisamente confundir a los cristianos y que estos no encontraran vínculos con el judaísmo, es por esto que en el Sabbat moderno el vino se toma antes del pan o Jalá (El Talmud, Iser Guinzburg, pág. 104, Berbera Editores S.A).
Mucho se ha
especulado sobre la reunión de “domingo” de la iglesia primitiva, pero
resumiendo este punto visto en el capítulo anterior podemos agregar que algunos han asumido que Gregorio en su Vulgata al traducir del griego “kuriakh/| h`me,ra” (día del Señor) como “Dominica Die” quiso decir
“día domingo” y no “día del Señor”, conciliando con esto que la resurrección de
Jesús fue en día domingo como primero de la semana. Este estudio no tiene esa
conclusión como presuposición, sino que aquella primera iglesia se reunía en Sabbat
como día más común, aunque el texto del Nuevo Testamento nos deja ver que
también se reunían alguno que otro día. El día de la semana específico para
reunión de la iglesia no es un mandato divino, pero esto no significa que el Sabbat no
fuera el favorito y más común para la iglesia en sus inicios. También
concluimos que la exégesis nos indica la resurrección de Jesús, no fue en domingo, sino en Sabbat. Note en el texto siguiente la señalización solía, mas claro ni el agua (más adelante se amplía la argumentación sobre este tema).
“Y un día de reposo* salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido”. (Hechos 16:13-14).
“Y un día de reposo* salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido”. (Hechos 16:13-14).
No sabemos mucho
más de los detalles del proceso en sí, pero la transpolación del Afikomen
de la Pascua en su celebración anual es una realidad. El pan de la Pascua se trasladó a su reiteración de varias
veces en el mes como le correspondía al Ágape, pero ahora con el nombre griego de Eucaristía. Es bueno señalar que en el Nuevo Testamento nunca aparece la palabra Eucaristía
en asociación con la Pascua e inclusive la palabra utilizada por Pablo
refiriéndose al tema es “δεῖπνον κυριακός” o sea “cena o banquete nocturno del
Señor”. Cuando vemos en el Nuevo Testamento una Pascua anual y luego vemos que
el pan y el vino se comen en los Ágapes y después sólo se le llama
Eucaristía, podemos ver una transformación progresiva en su forma, aunque no
sepamos el motivo, ni el proceso en detalles. Con el tiempo la Eucaristía
fue quedando sola como un sacramento hasta nuestros días. Aunque sé que esta
afirmación pudiera traer contrariedad en su mente le pido que camine conmigo
una milla más.
Sólo existe un
texto en toda la literatura del primer siglo que pudiera sugerirnos una
regularidad fuera del marco de Pésaj. Este es el Didaché o Enseñanza de
los Apóstoles (anterior al 70 d.C.), en su capítulo 10 verso 5 dice: “Sólo a los profetas permitir esta
acción de gracia tanto como deseen”. El texto deja claro que sólo al profeta se le permitía la
reiteración, pero la reiteración de qué, ¿de la cena siempre que quisiera o del
orar dentro de la cena siempre que lo deseara?
El texto en
cuestión no se refiere al Seder de la cena en sí sino a cómo y cuáles
deben ser las oraciones dentro de la cena. Esto es entendible si analizamos que
ya el cumplimiento de Pésaj fue en Cristo; por tanto hay cosas, sobre
todo las oraciones, que deben cambiar. Paralelo a esto, es bueno aclarar que el
texto en ningún momento hace referencia a una celebración fuera de Pésaj,
simplemente dice cómo se debe orar cuando se celebra. Al comenzar el capítulo nueve
el Didajé dice: “En cuanto a la acción de gracias dad gracias de la
siguiente manera” (traducción
literal), una presuposición en muchos traductores les ha llevado a transcribir:
“En cuanto a la acción de gracia eucaristía,
dad gracias en todo” (Alfonso
Ropero, Lo mejor de los padres apostólicos, pág. 103, CLIE). Sin entrar en un
debate que critique ofensivamente el análisis sintáctico, pues considero a estos traductores eruditos de esta ciencia, sólo diré que la palabra
Eucaristía tendría que aparecer en tres ocasiones para validar la
segunda traducción y sin embargo aparece sólo dos, en griego sería: “Peri. de. th/j euvcaristi,aj ou[twj euvcaristh,sate”. Essta traducción aunque muy buena, crea en la
mente prejuiciada del lector una mirada no a Pésaj sino a algo llamado Eucaristía
y que conocemos hoy como “Santa Cena”. Pero el contexto en realidad habla de
partimiento (kla,smatoj Gr.), que no necesariamente tiene que
ser de pan pues también menciona el estar satisfecho (evmplhsqh/nai Gr.) después de haber comido y con pan solo en una dosis
pequeña imposible quedar de esa manera.
En la actualidad
muchos estudiosos buscan argumentos bíblicos para justificar la regularidad
semanal o mensual de la misma en la Iglesia primitiva, pero confunden la
antigua celebración cristiana de Ágape con la Pascua.
Cada Sabbat
comienza con la puesta del sol y esto implica una comida en familia, al día
siguiente es el servicio matutino en la sinagoga donde se concluye con la
bendición del vino, el partimiento del pan y una comida comunitaria. Cuando la
iglesia comenzó a reunirse el momento más acorde era el de la noche, pues al
siguiente en la sinagoga costaría mucho trabajo hablar del Mesías en medio de
Judíos. Así que la primera comida sabática se convirtió para ellos en su Ágape.
Esta es la razón por la que era una comida regular donde todos cooperaban y
demostraban su amor fraternal. Leyendo a Clemente de Alejandría se puede
entender mejor (195 d.C.):
“Un Ágape
realmente es un alimento celestial, un banquete espiritual… es una demostración
de la generosa y comunitaria benevolencia… Ya que es el amor el que nos
congrega para comer, el objetivo de los banquetes es el intercambio amistoso
entre los concurrentes, y la comida y la bebida son meros acompañantes del
amor, ¿Cómo no nos vamos a comportar racionalmente?”.
También Tertuliano (197
d.C.) dijo:
“Pero su mismo nombre muestra lo que son
nuestras cenas, pues se llaman Ágapes,
que significa en griego “amor a pesar de”. Todo lo que en ellas se gasta, es en
nombre y en beneficio de la caridad, ya que con tales refrigerios ayudamos a
los indigentes de toda suerte... Consideren el orden que en ellas se sigue,
para que vean su carácter piadoso: no se admite en ellas nada vil o contrario a
la templanza. Nadie se sienta a la mesa sin haber antes gustado una oración a
Dios. Se come lo que conviene para saciar el hambre; se bebe lo que conviene a
hombres modestos. Se sacian teniendo presente que incluso durante la noche han
de adorar a Dios, y hablan teniendo presente que su Señor les oye”.
Un texto en
Hechos 20:4-14 puede utilizarse como prueba de tomar la “Santa Cena” fuera de
la Pésaj. Aunque tenemos algunas dudas sobre la conclusión gramatical
sugerida por la mayoría de los traductores, donde la preposición “meta” (Meta Gr.) es traducida como acusativo (pasado o después) y no
como genitivo (en), no entraremos en debate sintáctico, por ahora, con aquellas
autoridades en el arte de la traducción bíblica.
Pero el
texto en cuestión, si es sacado de su contexto, pudiera decirnos algo sobre la mención de un primer “día de la semana” y un partimiento de pan al estilo de Pésaj que ocurrió fuera del primer Sabbat regular de todos los Sabbat del año que solo
se localiza en la fiesta de pascua. Dándole una mirada al texto y su contexto vemos algo muy
interesante ocurrido en aquel viaje de Pablo:
Inicialmente
hay dos grupos que salen de Asia. En uno se encuentra Pablo y en el otro se
encuentra Lucas: “Estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas”. Así que los que salieron
después de Matzó fueron integrantes del segundo grupo, mientras el primero por haberse “adelantado” ya estaba en Troas para la
fiesta. Lucas con su grupo llega cinco días después de Matzó que no
quiere decir necesariamente al final de los ocho días sino de los dos primeros,
en estos días intermedios llamados Jol Hamoed la ordenanza es de comer Matzá
cada día y contar el Omer, nada más. Así que llegan cinco días después de
haber comenzado Matzó y se reúnen con ellos el primer Sabbat de
todos los Sabbaton para tener ese día el Kidush-Hamotzi o Bendiciones del
vino y el pan de Sabbat. Este día, como dijimos anteriormente, no es
guardado a la manera normal por ser intermedio entre dos Sabbat
impuestos por la fiesta (primero y último). Más adelante, en el propio texto en cuestión, dice que
el segundo grupo salió siete días después de haber llegado a Troas en barco
para Asón, sin embargo Pablo quiso irse a píe (Vr. 13). Claro, porque sabía que
lo agarraría el Sabbat impuesto por Matzó donde es imposible
navegar en barco. Uno de los libros de la época, “Libro del Jubileo” decía que
violar tal prohibición merecía la muerte (11,7:L, 6-13: Jacob, 1972: col 502;
Laquot, 1987: págs. 645-647 y 808-810). Esta es la razón por la que 53 km se
convirtieron en varios días de viaje y casi que llegan juntos los dos grupos a
Asón. Analizar este texto sin tener esto en mente haría sencillo, para
cualquiera que ha sido prejuiciado con el concepto romanista de la Eucaristía y el Dominus Deus, la interpretación del primer día de la semana como domingo y una "Santa cena" ágape-pascual.
Para entender
este proceso de cambio en la terminología respecto al día, podemos dar una mirada a lo que nos ha llegado del
cristianismo primitivo. Justino
Mártir en su Apología I capítulo 57 de los versos 65 al 66 (en el 160 d.C.
aproximadamente) nos ayuda a entender un poco como este Afikomen de la Pascua está en
su transición a la moderna Eucaristía, donde se presenta como parte de
un proceso para iniciar al converso en la iglesia local, también señalando dos
elementos nuevos: el pan leudado y el agua. Es bueno señalar, por las disputas
posteriores sobre el tema, que Justino está exponiendo la práctica Eucarística
de Roma. Pues Polícrates de Éfeso (180 d.C.) reunido con los obispos de Asia
aprobaron una carta que habría de ser enviada al Obispo Víctor de Roma quien quería
excomulgarlos. La carta que representa la práctica de Asia declaraba:
“Nosotros observamos el día
genuino, ni le agregamos a eso o tomamos de allí. Porque en Asia grandes luces
han dormido [grandes
hombres de Dios] los cuales se levantarán de nuevo durante el día de
la manifestación del Señor, en el cual él vendrá con gloria del cielo, y
levantará a todos los santos: Felipe, uno de los doce apóstoles, que duerme en
Hierápolis y sus dos ancianas hijas vírgenes; su otra hija, también, que
habiendo vivido bajo la influencia del Espíritu Santo, ahora igualmente
descansa en Éfeso; es más, Juan, que descansó en el pecho de nuestro Señor, que
también fue un sacerdote, y lució en la frente la placa de oro sacerdotal,
ambos mártir y maestro; él está enterrado en Éfeso. También Policarpo de
Esmirna, ambos Obispo y mártir y Traseas, ambos Obispo y mártir, de Eumenia,
que duerme en Esmirna. Porque mencionar a Sagaris, Obispo y mártir, que duerme
en Laodicea; además, el bienaventurado Papirius, y Melito, que vivió en total
bajo la influencia del Espíritu Santo, que ahora descansan en Sardis, esperando
el episcopado del cielo, en el cual él se levantará de los muertos. Todos éstos
observaron el decimocuarto día de la Pascua según el evangelio, desviándose en
ningún aspecto, sino siguiendo la regla de la fe. Además Yo Polícrates, que soy
el menor de ustedes, según la tradición de mis parientes, algunos de quienes yo
he seguido. Porque siete de mis parientes fueron Obispos, y yo soy el octavo:
mis parientes siempre observaron el día cuando el pueblo de los judíos tira la
levadura. Yo por lo tanto, hermanos, ahora tengo sesenta y cinco años en el
Señor, que habiendo conferido con los hermanos por todo el mundo [Asia] y
habiendo estudiado el todo de las Sagradas Escrituras, no estoy en nada
alarmado en aquellas cosas con las cuales soy amenazado, para intimidarme.
Porque ellos que son más grande que yo han dicho, “Nosotros debemos obedecer a
Dios antes que a los hombres”. (Eusebio, Historia de la Iglesia, Paul L. Mayer, pág.
199, PORTAVOZ).
Sin embargo,
a raíz de la actitud drástica del obispo Víctor, Ireneo de Lyon que
representaba a los de la Galia recordándole a Víctor la historia de la transpolación
dice:
“Esta variación en la
observancia no comenzó en nuestra propia época, sino mucho antes en tiempo
de nuestros predecesores, que parecen haber sacrificado la exactitud a favor
de la simplicidad… Los presbíteros antes de Sotero que precedieron la
iglesia sobre la que ahora presides tú: me refiero a Aniceto, Pío, Telesforo y
Sixto… Aniceto no pudo persuadir a Policarpo que no lo observara, por cuanto
este, siempre lo había hecho así con Juan, el discípulo de nuestro Señor y con
los otros apóstoles a los que conocía. Tampoco pudo Policarpo persuadir a
Aniceto que lo observará pues le decía que él estaba obligado a la práctica de
los obispos que le habían precedido”. (Eusebio, Historia de la Iglesia, Paul L. Mayer, pág.
200-201, PORTAVOZ).
Los obispos
de palestina Narciso y Teófilo, Casio de Tiro y Claro de Ptolemaica, junto con
todos los cristianos de las regiones, firmaron una carta también apoyando la práctica
de Polícrates:
“Os hacemos notar a vosotros que
en Alejandría también celebran en el mismo día que nosotros, porque mantenemos
correspondencia para asegurar que observamos el día santo al mismo tiempo”. (Eusebio, Historia de la
Iglesia, Paul L. Mayer, pág. 201-202, PORTAVOZ).
Para los que recorremos los senderos de la
historia, es muy fácil entender que esta no se puede escribir en blanco y
negro. Son muchos los factores que influyen como causa de lo evento. Por eso,
quisiera exponer brevemente lo que pudiera haber influenciado y cómo afectó el
futuro de la iglesia con respecto a la metamorfosis del Kidush-Hamotzi
o Ágape hacia la cena donde el pan y el vino quedaron como sus únicos
elementos. La iglesia, en aquel entonces vivía bajo la persecución y los
crímenes sobre sus miembros que eran casi que cotidianos. La mayoría de las
reuniones, principalmente en Roma, muchas veces se celebraron junto a los cadáveres
masacrados de familiares y amigos. Sería muy difícil para ellos celebrar una
comida de Ágape, con todos sus elementos donde la alegría y el gozo son
primordiales. Así que las celebraciones comenzaron a tener un toque de tristeza
justificable, que les llevó a ir abandonando los festejos del Ágape, quedando sólo el pan y el vino como
elementos inmovibles de las reuniones. Cientos de años después de haberlo hecho
en esta forma, cuando viene la paz y la libertad de culto, lo que queda del Ágape
es una forma de cena que ha sustituido todo lo antiguo. Para aquellos que
trataban de fundamentar todas sus acciones en la Biblia, ahora les quedaba una
tarea gigantesca, anclar la nueva Cena de solo “pan y vino” como la más
auténtica de las prácticas bíblicas. Para esto usaron la pascua y el pan regular
del Kidush-Hamotzi o Ágape es sustituido por la Matzá
de Pésaj o Pascua. Llegando a imponerse como “La Santa Cena” que tanto dolor
de cabezas ha dado precisamente por este proceso de metamorfosis.
Siglos
después de estas cartas se celebra un concilio "a la romana" (en Nicea),
auspiciado por el emperador y el obispo de la localidad, donde más del 75% de
los obispos invitados del resto del mundo no asisten, y se toma la decisión
imperial de que la pascua será al estilo de la iglesia de Roma. Podemos darnos cuenta muy fácilmente
que la práctica hoy más generalizada de la “Cena del Señor” está íntimamente
relacionada con la práctica romana y no con el texto bíblico.
Continuando
con el texto de Pablo de 1 corintios 11, este prosigue:
"... que comieres este pan y bebieres esta copa". El verbo estar en acusativo señala que se refiere a los mismos elementos usados por Jesús en su ultimo Pésaj, y estos no fueron en ningún momentos los mismos que usan en otro momento como Sabbat. Por tanto, la frase "todas las veces" se refiere directamente a todos los Pésaj que celebren los corintios a partir de este momento en que Pablo les escribe y no a una libertad para hacerlo cada vez que quieran. Mirar el texto como una libertad para hacer una "Santa Cena" con el simbolismo de Pascua y las características del Ágape es algo que el texto no autoriza y por ende se está violando lo más elemental de la exégesis bíblica, pues se le está añadiendo al texto lo que nunca ha dicho el autor.
"... que comieres este pan y bebieres esta copa". El verbo estar en acusativo señala que se refiere a los mismos elementos usados por Jesús en su ultimo Pésaj, y estos no fueron en ningún momentos los mismos que usan en otro momento como Sabbat. Por tanto, la frase "todas las veces" se refiere directamente a todos los Pésaj que celebren los corintios a partir de este momento en que Pablo les escribe y no a una libertad para hacerlo cada vez que quieran. Mirar el texto como una libertad para hacer una "Santa Cena" con el simbolismo de Pascua y las características del Ágape es algo que el texto no autoriza y por ende se está violando lo más elemental de la exégesis bíblica, pues se le está añadiendo al texto lo que nunca ha dicho el autor.
“La muerte del Señor anunciáis”. Hoy en día la predicación del evangelio ha sufrido una variación
gigantesca, trayendo como resultado una generación de cristianos que muchas
veces no ha llegado a la experiencia de salvación con Dios. Este hecho está
marcado por el paradigma siguiente de algunas soteriologías (doctrinas de
salvación): “Con sólo tener fe y confesar esa fe, eres salvo” adjudicándole esta conclusión al principio
teológico de “Sola Fide” proclamado en la Reforma del Siglo XVI. Pero debemos
recordar que “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:17). O sea que no se puede expresar una fe genuina en Dios si
no hay frutos de arrepentimiento manifestados en esa fe. “El <arrepentimiento> es un odio al pecado; consiste en apartarse del
pecado determinadamente, y con la fuerza de Dios, abandonarlo.” (Arrepentimiento Para
Vida, Sermón 44, Charles H. Spurgeon). A través de la Santa Cena, se pone al
pecador ante una necesidad indiscutible de arrepentimiento. Hoy no toma la
Cena, pero mañana se quedará sin participar de la cena celestial con Cristo. Es
mejor tomar decisiones para arrepentimiento en la de Cena hoy, porque hay
oportunidad, que en la fiesta celestial ante el Cordero donde no habrá tal
oportunidad. El pecador en esta Santa Cena queda frente a la realidad de su
exclusión del plan de Dios si no toma decisiones serias para con Cristo que
lleven a su arrepentimiento.
V. 27.
Cuando Pablo utiliza la
frase “de manera” es porque ya ha hecho referencia anteriormente en la carta a la base de
esta resolución: “cualquiera que comiere… indignamente”. La referencia se encuentra en el texto donde hace mención explícitamente
al Matzá, el capítulo cinco el verso:
“Más bien os escribí que no os juntéis con
ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o
idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con
el tal ni aun comáis”.
Pablo advierte a la
iglesia de no comulgar, y usa específicamente las palabras “ni comáis” con tales falsos cristianos. Decir que el texto de 1
Corintios 11:17-22 no habla de qué tipo de faltas inhabilitan a alguien para la
cena, es una vez más, sacarlo de su contexto de toda la carta. Algunas de las
faltas que aparecen en este capítulo once mencionadas son: “dividir el cuerpo de Cristo, propagar
contiendas, desunión, desamor o menosprecio hacia los hermanos pobres y
embriaguez durante la cena”.
¿Qué es: “ser culpado del cuerpo y la sangre del Señor”? En el capítulo 10 versos 16 al 23 Pablo da
la explicación. Cuando se comparte el pan y el vino con un aparente “hermano” con las características anteriores y sus
variantes, se está contaminando (fermentando) a la Iglesia con ese pecado, como
al Matzá con el Jametz, él dice que eso es ser “partícipe con los demonios” (10:20). Esta contaminación espiritual sería culpa directa del pecador
y/o de quien conozca tal causa y la esconda por complacer la carne y no el
espíritu, haciéndose partícipe del pecado del otro.
No podemos pensar en
ningún momento que actuar como Pablo exige puede
traer problemas a la Iglesia, pues si leemos 2 Corintios 7:9-12, nos damos
cuenta que tal requerimiento hecho por él tuvo un posterior resultado muy
precioso en la iglesia:
“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis
contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según
Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la
tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no
hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he
aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud
produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente
afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en
el asunto.”
Así que entonces, tal
limpieza viene de la actitud que asumieron ante el asunto, amando más el ser
obedientes a Dios que el empastar con una sociedad corrupta. Ellos tuvieron dos
alternativas, justificar el pecado ajeno, para así tener una congregación y un
servicio llenos de personas o poner al pecador en transparencia con su pecado
para que tuviera arrepentimiento. Algunos hoy dirían, ¿y quién tira la primera
piedra?, pues todos cometemos errores. No es lo mismo cometer errores que
pecado. Cuando un cristiano comete errores, está dispuesto a no cometerlo más y
establece una lucha con el pecado desde las intenciones del corazón. El pecado
por su parte, es justificado ardientemente por el pecador o simplemente se
siente derrotado alegando su incapacidad para salir de él. La pregunta anterior
de algunos, lejos de servir de base para justificar el pecado, se convierte en
una vergüenza para el cristiano que la profesa, pues está invalidando la obra
regeneradora de Cristo y la acción santificadora del Espíritu Santo si dice que
la incompetencia espiritual es parte de la vida natural del creyente.
V.28.
Si miramos este verso
desde una perspectiva occidental, donde nuestros valores de la libertad se
confunden en muchas ocasiones con un libertinaje individualista, lo
interpretaríamos como que “nadie debe meterse en la vida de otro”. Pero Pablo
está hablando para aquellos que a través de la experiencia genuina de
arrepentimiento ante Dios pueden llegar a desechar cualquier falta de su vida,
en cualquier momento, por sí mismos con la nueva capacidad dada por el Espíritu
Santo. Sabemos que nadie puede decir que no peca, pero la diferencia entre el
pecador y el cristiano es que este último no practica o se deleita en el
pecado:
“El que practica el pecado es del diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el
pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede (seguir en la
práctica de) pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:8-9).
Es absurdo esperar frutos
espirituales por sí mismos en aquellos que tienen la conciencia cauterizada por
el pecado, debe haber primero arrepentimiento para salvación para poder esperar
de ellos como consecuencia de lo primero, el renunciar a cualquier falta, por
eso dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe” (2 Corintios 13:5). Algunos ven aquí la puerta
abierta para que cada cual se sienta libre en sí mismo de sus actos y a la vez
con el derecho individualista de pensar que sus actos le atañen solo a él, pero
debemos recordar que el pecado de uno hace partícipe a todos. Pablo no está
dando tal liberalidad, sino que está diciendo que lo mejor debiera ser, cuando
cada uno puede venir a la cena y “examinarse a sí mismo” sin que nadie tenga que llamarle la atención sobre un asunto específico en
su vida, eso ahorra muchos problemas a la iglesia. Este es el mismo motivo por
el que Pablo al explicar acerca del no tener excusa el hombre ante Dios, escribió:
“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a
Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad,
avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios,
desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes
habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son
dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que
las practican.” (Romanos 1:28-32). Estas
personas entienden el evangelio pero no lo practican.
Es bueno aclarar, que
aunque este texto de Romanos en su capítulo dos habla de juzgar, muchos lo
toman como banderín de una doctrina de no señalarle a nadie sus faltas: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a
ti mismo;a porque tú que juzgas haces lo mismo”. Este texto no se refiere a lo que venimos diciendo en la Cena del Señor
pues sino la contradicción sería en primer lugar de Pablo. El Juzgar aquí se
refiere a cuando “desechamos” a una persona totalmente por no practicar lo que
nosotros creemos que se debe practicar. Pero cuando Pablo habla de excluir de
la cena, es con el objetivo de hacer reflexionar a la persona para su bien. Al
respecto en otro pasaje, Pablo dice: “el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la
carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1
Corintios 5:5) “de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a
Satanás para que aprendan a no blasfemar” (1 Timoteo 1:20), dejando bien claro que lo que define una acción de otra
es la intensión con que se hace, si desechas a otro es pecado y también serás
juzgado por esto, si reprendes para corrección estás siendo consecuente con el
amor de Dios hacia esa persona.
V. 29.
“sin discernir el cuerpo del Señor”, se refiere a aquellos que no entienden que
la Iglesia es el cuerpo de Cristo (Matzá) 10:16-17 y que cualquier
contaminación en la Iglesia haría fermentar al cuerpo de Cristo en su
totalidad. ¿Puede hacerse esto impunemente? En ninguna manera, por eso dice: “juicio come y bebe para sí”.
Este, “sin discernir el cuerpo del Señor”, también hace referencia a aquellos tipos de extremos eclesiásticos. Uno
haciendo de la iglesia una especie de dictadura donde cualquier movimiento le
puede sacar completamente del proyecto o el otro donde los patrones inter fraternales
son los mismos de un club social, donde cada cual es libre de hacer lo que
entienda y nadie puede señalarle nada. La iglesia es una nación santa, porque
Dios ha limpiado con su sangre a sus miembros, cualquiera que atente contra
esto ya sea ensuciándola con su pecado o permisibilidad del mismo o poniendo más
carga de la que se puede llevar, no ha discernido que la iglesia es el cuerpo
de Cristo, no el suyo para hacer lo que usted quiera liberalmente y no el de
otro para que pueda pisotearlo cuando quiera.
V. 30.
El juicio de Dios para
este tipo de persona que no discierne es claro, enfermedades y muerte.
V. 31.
La conjunción condicional
con que comienza este verso “si”, nos va a mostrar qué sería lo mejor para hacer y en ninguna manera
permite al texto convertirse en un mandato libertino. Pablo no está afirmando
un individualismo para el examen, sino una meta de idoneidad para alcanzar. Si
cada uno se examinase a sí mismo, no habría que estar tomando acciones con
aquellos que quieren dañar el cuerpo de Cristo.
V. 32.
Entonces ¿qué hacer con
aquella persona que se deleita en el pecado y no viene al arrepentimiento? él
dice con plena determinación en el contexto de la carta: “Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (5:13), para que sea “condenado con el mundo”. Si el tal, hubiera por sí mismo buscado arrepentimiento, no habría necesidad
de su separación.
V. 33.
“hermanos míos”, muestra el
tipo de relación de Pablo con la Iglesia. Es bueno entender que la Iglesia
viene directamente de la Ley dada a Israel y no del “pseudo-cristianismo romanizado”
construido posteriormente. En esta Ley, que para nada tiene que ver con muchas
de las tradiciones construidas arbitrariamente por los judíos (Takanot)
en tiempos de Jesús, la purificación o el bautismo en agua (Teviláh-Mikvá)
era necesario para participar de Pésaj:
“Y estaba cerca la pascua de los judíos; y
muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para
purificarse” (Juan 11:55).
La Iglesia predicaba que con el bautismo de arrepentimiento en agua y en el
Espíritu, no se necesitaba de una purificación a cada rato: “Jesús le dijo: El que está lavado, no
necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios
estáis,…” (Juan 13:10).
Por esto debemos entender,
que aquellos cristianos de Corinto para ser considerados por Pablo “hermanos” debían haber
sido bautizados en agua y en Espíritu. En Hechos 2:41 dice: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y
dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que
están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa
generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados (en
agua); y se añadieron aquel día como tres mil personas”, describiendo claramente que a través del bautismo en agua, como acto
testimonial de confirmación y obediencia, las personas eran añadidas a la
Iglesia visible y militante. Esta práctica fue un sello distintivo para la
Iglesia en los primeros tres siglos del cristianismo.
El Didaché (su contexto
deja claro a qué tipo de bautizo se refiere) dice: “Pero que ninguno coma o beba de esta acción de
gracia, a menos que haya sido bautizado en el nombre del Señor, porque
respecto a esto también ha dicho el Señor: No deis lo santo a los Perros”.
Justino Mártir (160 d.C.)
dijo: “a este alimento
lo llamamos eucaristía (acción de gracias). A nadie le es permitido
participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado
en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración (Bautismo), y
vive conforme a lo que Cristo nos enseñó”. Una vez más el término “hermanos” hace referencia a cristianos bautizados.
Alguno que dirá: ¿entonces
está diciendo que si alguien se convierte y no se bautiza no es salvo? En ningún
momento se ha dicho eso, y si no lo cree revise arriba para ver si lo
encuentra. Solo se está diciendo que en tiempos de la iglesia primitiva la única
razón para no bautizarse podía ser una imposibilidad total. Por ejemplo, si
alguien se convertía en una cruz sin acceso a bajarse y ser bautizado de seguro
que tenía su entrada al paraíso de forma inmediata. Pero si alguien por dejadez,
por rebeldía o por dudas sobre el tema, no quería bajar a las aguas
bautismales, seguro que Pablo lo tendría por publicano o inconverso, y no como
miembro de la nación santa de Dios.
V. 34.
Este verso es utilizado
por el apóstol para dejar claro que todavía hay más cosas que deben ser
ordenadas en esta Iglesia respecto al tema, dejándonos ver que para él no es
nada trivial el asunto como algunos quieren hacer ver sobre
el tema de la Cena del Señor. Alegando que lo importante es la salvación y amar a Dios. Pero, se ama a Dios sin obedecer lo que Él ha estipulado. Ningún tema de la biblia es irrelevante, todo está conectado indisolublemente.