La visión acerca de este Blog se encuentra centrada en el deseo divino de que sus hijos podamos dialogar sobre cualquier área de su verdad, en amor y con un deseo único de acercarnos a esa verdad absoluta, que es su Palabra Escrita; eliminando las Barreras escolásticas que se han ido levantando en la historia. Por esta razón toda persona que participa puede criticar, dialogar o enseñar de lo que ha recibido, pero siempre sintiéndose parte del cuerpo y no como un contrincante que tiene meta el derrotar a otro. El deseo de cada uno de los que participa debe ser el de acercarse cada vez más a la verdad en algún área.
Con esto no defendemos ni el Ecumenismo, ni el Pos-modernismo; pues creemos:
Que solo se puede alcanzar acceso a Dios por la acción salvífica del Mesías y el proceso de santidad favorecido por el Espíritu Santo en la vida del creyente.
Que la verdad es absoluta y esta viene de Dios por el testimonio en su creación, de la Biblia y del Espíritu Santo, todos siempre en una armonía incuestionable.
Por otra parte, le recomendamos a cada quien que lea este Blog y desee hacer una crítica, que lo haga siempre en el amor del Señor. Cualquier estudio lleva años de sacrificios, y en este caso: clamor, ruego a Dios y sobre todo ánimo de responsabilidad ante la Palabra de Él y la historia de Su Pueblo. Se puede cuestionar un planteamiento, se puede disentir de un concepto, pero nunca dejar de amar. Este debe ser siempre el vinculo alrededor de la verdad.
Cuando se mira cómo en la actualidad existen tantas prácticas disímiles dentro de la Iglesia y todas ellas con argumentos aparentemente sólidos, salta a la mente de la mayoría un par de preguntas: ¿Cómo se debe proyectar el cristiano o la Iglesia en sus prácticas regulares? o ¿Cómo ve Dios la forma en que la Iglesia ha decidido actuar hasta hoy día? Bajo la influencia postmodernista de estos tiempos, las respuestas serían muy claras: “cada quien es libre de hacer lo que entienda”, o “la verdad absoluta sólo la tiene Dios”. Sin embargo, como cristianos “tenemos la Palabra Profética más segura” la cual fue diseñada para dar claridad en los detalles más oscuros de la vida cristiana (1 Pedro 1:19). Es por eso que hoy, existe para todas las congregaciones cristianas, un gran reto como Iglesia de Dios: buscar en la Palabra de Dios Su verdad y armonizar con ella o simplemente pactar con este mundo relativista contribuyendo al deterioro de la misma.
Ahora bien, ¿Cómo se ha llegado hasta este punto en el
que ahora es necesario definirse como exponentes de la verdad? En primer lugar,
la iglesia sufrió el desamparo de quienes debieron ser sus más grandes maestros,
los judíos observantes estrictos de la Torá. Estos rechazaron y abandonaron a
la naciente secta de los natzerim (judíos creyentes en el nazareno) y a los cristianos
(Gentiles) en medio de una andanada de conceptos filosóficos helénicos de la
época. Es por eso que muchas veces la Iglesia que se ve en los siglos: tercero
y cuarto de la era cristiana, es muy diferente a la Iglesia primitiva del Nuevo
Testamento hasta el siglo segundo. Luego, durante trece siglos, “la iglesia con
un modelo imperial” logró transformar la teología cristiana en una de las
aberraciones religiosas más grandes en existencia, convirtiendo al cristianismo
en la más desarrollada y popular religión pagana de la historia. Llegando a matar
inclusive a quien hiciera la más mínima diferencia con ellos. Un movimiento de
reforma se levantó en este período hasta desembocar en la Reforma Luterana, y
ésta a su vez, en una serie de corrientes teológicas que tenían como objetivo
la “recuperación del acervo teológico” perdido por causa de los trece siglos de
apostasía.
Al mirar las luchas denominacionales posteriores a la Reforma, en ocasiones con serias oposiciones, claramente se entiende que esto no solamente es el resultado del fraccionismo teológico, sino también de los diferentes grupos o líderes que han anclado su verdad como un absoluto doctrinal, desvalorizando desmedidamente a los demás. Esta situación histórica ha llevado a muchos estudiosos e iglesias a reaccionar de dos maneras:
1º Rechazar el judaísmo en toda su totalidad y pensar que las tradiciones cristianas de hoy tienen una base directa en la enseñanza de Jesús sin percibir el pensamiento helénico y el sincretismo pagano-católico en que se sumergió la iglesia.
2º Lanzarse descabelladamente al judaísmo moderno que no es más que una interpretación rabínica evolucionada del saduceísmo y fariseísmo de tiempos de Jesús. Como diría Charles C. Ryrie en su libro “Equilibrio en la vida cristiana”: “la Biblia debe ser la guía y prueba de todas nuestras experiencias en la vida espiritual y si alguna experiencia no pasa esa prueba, debe descartarse”… “una aplicación desequilibrada de conceptos relacionados con la espiritualidad dará como resultado una vida cristiana desequilibrada”. Mucho antes, también Clemente de Alejandría en su libro “La conducta del seguidor de Cristo” dijo: “el ánimo equilibrado es bueno en todo… ya que los extremos son peligrosos, el justo medio es lo mejor”.
Paralelo a este hecho se debe entender también que la teología tiene un carácter progresivo para la iglesia, por eso dice: “ahora vemos como por espejo, oscuramente” (1 Corintios 13:12), pues la relación con el Señor y Su Palabra van haciendo entender al hombre de forma progresiva Su verdad. Cada día que pasa es como el caminar ascendente por una escalera, donde la comunión y el estudio en Dios arrojan más luz al ser humano sobre los detalles teológicos que Dios aborda en su Palabra. El ser humano es limitado pues recibe información a través de sus sentidos y estos son limitados. Sólo la relación con Dios le puede llevar al descubrimiento de lo que está más allá de sus sentidos y a esto se le llama revelación de Dios. Dios es espíritu y el hombre en parte es materia. Por tanto, la percepción de Dios es superior a la del hombre en todas las áreas pues este último es limitado cognoscitivamente. Es por esto que Dios hace Su revelación al ser humano de forma progresiva así como un adulto enseña a un niño. Debido a esto, todo ser humano es prisionero de la “progresión interpretativa”.
Al analizar estos dos hechos se levanta una verdad clara: “el absoluto en todas las áreas teológicas para una iglesia específica no existe, siempre se va a estar progresando”. Con esto no estamos diciendo que no hayan detalles del acervo teológico que no se hayan alcanzado ya, ni que la Biblia en si plantee verdades inconclusas, sino que el teólogo de hoy debe estar abierto con humildad a una investigación ascendente apoyada en la verdad revelada de Dios. Esta realidad hace dependiente al teólogo y a la iglesia de la “recuperación del acervo teológico” y de la “progresión interpretativa”. Tal verdad no puede desalentar al cristiano de hoy, engañándole al hacerle sentir culpabilidad por las prácticas erradas en el cristianismo, ni puede frustrarle haciéndole ver como algo imposible cualquier nueva luz teológica. El cristiano debe sentirse más bien retado a buscar la excelencia que se haya en la Biblia a través de la relación con Dios para ir creciendo como individuo e Iglesia en pos de la “estatura del varón perfecto”.
Enfocando nuestra lente. Con respecto a la Pascua veremos, de forma resumida, el ejercicio que hacen algunas congregaciones de la llamada Cena del Señor hoy:
El pan y el vino son literalmente el cuerpo de Cristo, por ende al comerlos estamos formando parte del cuerpo de Cristo y esto regenera quienes somos. (Iglesia Católica Apostólica Romana e Iglesias Ortodoxas Orientales). Esta postura se conoce como transubstanciación.
Se ministra a niños menores de un año para asegurarles su vida cristiana futura (Iglesias Ortodoxas Orientales).
El pan y el vino son símbolos meramente, por tanto, el observarlos o no, no tiene ninguna repercusión (Iglesia Liberal Anglicana e Iglesias Anabaptistas). Esta postura se conoce como memorial.
Es un tiempo donde están presentes literalmente los vivos y muertos en Cristo (Iglesia Metodista Unida).
El pan es pan y el vino es vino hasta el momento de entrar en la boca del creyente donde se convierte literalmente en cuerpo y sangre de Cristo. A esta postura se le conoce como consubstanciación.
Algunas comunidades cristianas independientes sustituyen el pan por pizza y el vino por Coca Cola, planteando que el Señor usó las comidas comunes de aquel momento asumiendo que sus prácticas hoy son sólo la actualización de la enseñanza de Jesús.
En la controversia del siglo XVI, a raíz de la Reforma, Gaspar Schwenckfeld uno de sus protagonistas planteó y defendió que la Cena no se ha entendido nunca de manera adecuada y es en verdad "como el libro sellado del Apocalipsis, no abierto aún por el Espíritu de Dios" (CS, XVI, documento MCLXI).
Lo triste de la verdad de esta afirmación es que una parte cada vez más creciente de la iglesia moderna ha caído en un pesimismo teológico y ve como absurdo a todo aquel que decida caminar por este tema. Las páginas de este Blog están dedicadas al estudio de los desafíos e implicaciones que se relacionan con la llamada "Cena del Señor". Tal vez el tiempo para entender ha llegado.
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